Palos en las ruedas del "Progreso".

Cuentan que los esclavos escupían en la limonada que servían a sus amos. Cuentan que, deliberadamente, se comportaban como si fueran tontos, deteriorando el material, perdiendo la herramienta, dañando las propiedades, costando a los Señores, tiempo, esfuerzo y preocupaciones. 

Hace poco he pasado por una de las Asambleas Populares, en Madrid, en la Plaza de Santa Ana. Y he visto a la gente comentar sus problemas, en una charla informal. Como las que mis compañeros y yo hemos tenido muchas mañanas en torno a un café. Charlas de "arreglar el mundo", que terminan con el último sorbo y con la última caladita al cigarrín.

En aquel momento pensé que la clave de la lucha contra un sistema abusivo, necesariamente empieza con los pequeños gestos individuales de rebeldía. Empieza con el sabotaje, o con el deliberado cumplimiento de las normas y funciones al pie de la letra (nuestros amos piensan que, además de putas, tenemos que poner la cama), o con la subversión de los datos en los ordenadores, o con el escrupuloso cumplimiento del tiempo de la jornada laboral (¿qué mierda es eso de llevarse trabajo a casa?), o con un simple hacerse el longuis, poner cara de tonto y decir que no habías entendido...














Son gestos ínfimos, pero pienso que una hormiga solitaria, bien puede bloquear la entrada de un hormiguero... y a lo mejor, más tarde, muchas otras hormiguitas empiezan a hacer lo mismo. Y así, el señor director general y accionista mayoritario de la multinacional Hormiguero S.A.vuelve a descubrir una cosa que ya sabía: que la gente no son piezas de maquinaria.

Son gestos diminutos, pero igual sirven para detener este proceso de deterioro de la libertad; o para que, al menos, las cosas sigan como están y no vayan a peor. O para nada.

Para bien o para mal, el Sistema trabaja con nosotros. Y debería trabajar PARA nosotros, o desaparecer. Porque nosotros somos PERSONAS. 

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