Atrofia de la Percepción Extrasensorial

De lo profundo del bosque, vino corriendo un perro. 

El arquetipo del perro. El perro que hasta los dioses desean tener. Si un Rolls Royce fuera un perro, sería ese puñetero perro: un collie alto, recién lavado, planchado y cepillado, con un pelaje que daba la impresión de moverse a cámara lenta, oscilando como una estela brillante en la carrera del animal, perdurando unos segundos en la retina, como la cola de un cometa. 

Uno de esos perros que, cuando los luce una chica hermosa, hacen que los demás parezcamos el mozo que acarrea el estiércol.

Decir que venía ladrando sería insultar a ese Dios entre los perros. Su voz tenía una cualidad sonora, profunda y salvaje. Si el aullido del lobo fuese el Castellano, la voz del perro estaría tan lejos del mismo como lo está la voz de Constantino Romero leyendo a Quevedo de los alaridos de los hinchas de un equipo de fútbol.

Venía avisando. Advirtiendo. En un bajo profundo, resonante, que despertaba ecos en las montañas lejanas. Tenía un punto de sirena de barco.

El tipo levantó la cabeza, se echó la boina hacia atrás y se rascó el entrecejo sudoroso. Se apoyó un instante en la azada y dio una calada al cilindro incendiado que colgaba de su labio. Era el prototipo de esos sujetos que han vivido toda su vida en hermosa comunión con la Naturaleza y, contra todo pronóstico, se han mantenido impermeables a cualquier belleza y conocimiento, con la sana excepción de algunos refranes estúpidos y unas cuantas creencias del todo equivocadas. 

Si las personas fueran paisajes, esta tribu sería una cueva. Un agujero desnudo y arenoso sin nada donde sentarse o que comer. Los reconoceréis fácilmente por su mirada, aunque se hayan criado en Wall Street –que los hay-.

-¿Y ahora qué hostias le pasa a este chuuucho? –dijo.

El perruno dios se detuvo a dos metros del individuo. La elegancia de su pose habría hecho enmudecer de verde envidia a Nureyev. Fotógrafos caninos habrían dado un ojo por inmortalizarla –y venderla a todos los fabricantes de alimentos para perros-. 

Con la airosa cabeza erguida, la punta oscura del hocico realizando un completo escáner de aromas corporales, el perro miró con sus ojos de color miel a los ojos marrones sucios del sujeto. En cualquier otro planeta, hubieran saltado chispas de comunicación telepática.

-¡¡Fuera d’ai t’uuuuso!! –fue la respuesta.

El collie emitió un leve ladrido. Sin perder de vista los ojos del de la boina, hizo un gesto de apremio con la cabeza, señalando a algún punto indefinido allá entre los árboles. Luego giró sobre sí mismo con impaciencia, volvió a ladrar e hizo una muestra perfecta señalando hacia el bosque.

¡Jodío t’úuuuso!!¡¡que te largues he dicho!! –el aborigen, dando muestras de una profunda sensibilidad, hizo ademán de agacharse a coger un terrón.

Impasible, el perro repitió la secuencia de gestos. En un millón de películas hace ya diez minutos que alguien habría interpretado correctamente: “sígueme pronto, el pequeño Jimmy se ha caído a un pozo y necesita ayuda”. O, como mínimo un "creo que quiere que le sigamos"...

-¡¡Caaagüentó el perroloscojones!! –añadió el poeta a las perlas emitidas hasta entonces, mientras lanzaba hacia el animal un gasón de arcilla de casi kilo y medio de peso, que éste esquivó sin apenas moverse.

El collie permaneció unos instantes quieto. Miró al hombre. Luego al bosque. Luego al hombre. De nuevo al bosque. Emitió un suave gemido de queja. Giró sobre sí mismo con urgencia. Apuntó con su hocico al bosque. Luego se acercó al individuo. Con mucha suavidad, agarró su manga y empezó a estirar.

Hacia el bosque.

-¡¡Lapúuuta el t’úuusssso!!¡¡Pues no va y me muerde!! –El sujeto apartó la mano espantado, enarbolando la azada como si fuese un arma de guerra. -¡¡¡L’arreo con l’azá, cagüendioss!!

A estas alturas, un nutrido grupo de pájaros, ardillas, ratones de campo, y conejitos se había congregado en torno al labriego y al perro. Contemplaban la escena con mucho interés en sus ojitos en technicolor, dando pequeños saltitos entre las matas de trébol y diciéndose cosas entre ellos en sus pequeños idiomas animales.

Un grupo de petirrojos llegó volando desde alguna parte. Entre los doce sostenían en el aire una pequeña pizarra blanca.

Tres diminutos conejos acudieron corriendo desde una granja cercana. Cada uno de ellos llevaba en la boca un rotulador para pizarra. 

Uno verde, uno rojo y uno azul. 

El collie cogió los rotuladores y con gesto impaciente comenzó a trazar un diagrama: un monigote con boina, un perro, una sinuosa línea que conducía a un círculo en medio del cual aparecía un monigote más pequeño.

-¡¡Aibalaostia!! –dijo el sujeto. Los animalitos emitieron un suspiro de alivio. -¡¡Un perro con un rotulador en la boca!!

Un grupo de grajillas sujetó a una de ellas que se abalanzaba sobre el humano con la clara intención de darle una colleja. El resto de los animalitos cerró los ojos mirando al cielo con desesperación. Un topo llegó a exclamar en voz alta: -¡¡pero será gilipollas el tío…!! -antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo y callarse avergonzado.

El collie, desesperado, escupió el rotulador y con una melodiosa voz de bajo dijo:

-¡¡A la mierda!! ¡¡Escúchame bien imbécil:!! ¡¡El pequeño Jimmy se ha caído a un pozo y necesita ayuda!!¡¡Presenta desgarro en ligamentos de la rodilla derecha y síntomas de hipotermia!!¡¡Le he puesto un vendaje de compresión y he estabilizado sus constantes, pero hay que sacarlo cuanto antes del pozo y trasladarlo a un hospital!!


El hombre se sacó el cigarro de la boca y lo miró pasmado.

-¡¡Esta mierda es la hostia!! –dijo admirado.












....





Comentarios

  1. Seguro que se estaba fumando algo que había plantado y ya estaba caducado...
    Enorme relato.
    Saludos.

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  2. Amigo Elvis: lo que me duele del relato es que, posiblemente, sin fumar nada, el sujeto TAMPOCO se habría enterado de nada.

    Hace que uno se pregunte para qué exactamente tenemos un cerebro la mayoría de nosotros... ;)

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  3. Amigo tienes un blog super interesante..Me he quedado por acá y te invito al mio.Un cálido abrazo.

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  4. Amiga Idolidia: Bienvenida. Me alegra que estas líneas resulten de interés para alguien -para eso se escribieron-. Acepto encantado su invitación...

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  5. ¡me ha encantado, me he reído a carcajadas! no tengo más remedio que decirte que tienes un don para el humor, el retrato del perro y de ese individuo son magistrales. Por un momento temí que el perro acabase mal, que le disparase o algo así, por suerte no ha sido así

    besos,

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  6. Amiga Maslama: Si leyendo a solas se ha encontrado riendo a carcajadas, este absurdo blog habrá logrado, por una vez su objetivo.

    Normalmente nos conformamos con las sonrisas... pero las carcajadas son nuestro secreto anhelo.

    Muchas gracias.

    Por otro lado, a mí me preocupa -bastante- el pequeño Jimmy... ;)

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