Anales de la Historia de Butria I

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Durante decenas de miles de años, los humanos miraron con horror la oscuridad y el ciego caos; poblaron la noche de siniestras criaturas de maldad, voraces ejércitos de destrucción, hordas mefíticas al frente de las cuales avanzaba un no-dios de infinita soberbia…

Unos lo llamaron Señor del Caos; otros lo llamaron Shaitan y otros miles de nombres y siempre le observaron con temor, odio e incluso con reverencia, considerándolo opuesto a todo lo bueno, luminoso y cálido que hay en el Universo.

Durante decenas de miles de años los humanos han ignorado que no existe otro Dios que Moor-Phy, la Semilla de la Destrucción Total, nacido con el Universo y, algún día, causa de su fin; y que los Señores de la Luz y del Bien son un mito vacío.

Durante decenas de miles de años han implorado en vano la ayuda de unos dioses a los que es mejor no importunar y han deseado su intervención cuando es mucho más prudente anhelar su indiferencia. 
Porque Moor-Phy tiene manos de Dios, grandes y pesadas manos de  artesano, torpes, bastas, y nunca ha trabajado con delicadeza entre las frágiles, diminutas criaturas que somos los humanos y nuestro pequeño, de indefinible rareza, hogar planetario.

Quizá Moor-Phy, tras todo, no sea realmente maligno... pero lo cierto es que ¿qué hombre prudente solicitaría la ayuda de un anciano torpe y olvidadizo?
        
Es por todo esto por lo que los sacerdotes del templo-colina de Surilideôn cantan lánguidas estrofas de monocordes canciones de cuna, rogando para que el Destructor del Universo permanezca dormido el mayor tiempo posible."


(Kelmost Ârin. "Anales de la historia de Butria" (1986))

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