Viajes y experiencias IV. Birmingham.

Es el año 2012

4 de julio.

Albacete -Alicante -Birmingham

 


Relativamente temprano, salimos de Albacete en dirección Alicante. Dejaremos el coche en un parking Low Cost del aeropuerto de El Altet.

 

Llegamos sin contratiempo, con tiempo de sobra. Una vez pasados los controles de seguridad, aprovechamos para cambiar algo de moneda. Hemos facturado y sólo llevamos equipaje de mano en nuestro vuelo con Ryanair. Tenemos los asientos separados.

 

En el avión me siento con una pareja de ancianitos ingleses y pasamos las tres horas del viaje chapurreando. 

Me hablan de su vida en España, de sus clases de castellano y…¡de lo feo que es Birmingham!

El hombre, entre risas, llega a aconsejarme que coja el primer avión de vuelta. 

En fin. 


Tres horas más tarde, llegamos a nuestro destino. Esto no es viajar; es que te lleven.

 

Llueve un poco.

 

Desde el aeropuerto, cogemos el Air Link (un monorrail que enlaza con la estación de tren)

Dos paradas y estamos en pleno centro de la ciudad. Otro par de paradas y llegamos, con nuestros bártulos, al campus de la Universidad. 


Nos vamos a alojar en una residencia de la universidad porque Aurora participa en los programas de intercambio europeo.

Es un lugar muy verde, con un aire algo setentero y parece solitario y vacío.



Son cerca de las dos o las tres hora local. Preguntamos la dirección de nuestro alojamiento y un señor muy amable se ofrece a llevarnos en su coche. 

-Descubriremos que todo el mundo parece pensar que las distancias son mayores de lo que son en realidad porque, tras andar unos minutos, llegamos al lugar-

 

Nos reciben, dejamos la maleta y preguntamos dónde podemos comer. Dudan. Nos dicen que todo está muy lejos. 

Pese a todo, nos ponemos a caminar y, para nuestra sorpresa, a dos minutos de la residencia, hay una cuquísima Tea Room donde nos comemos unos sandwiches aceptables y un bollo muy rico -el favorito del camarero, según le dijo a Aurora-.

 

Los dormitorios de la residencia son unas preciosas casitas situadas entre jardines. 


Aurora tiene varias reuniones, de modo que yo aprovecho la tarde vagabundeando por el campus. Descubro que tiene tiendas, muchos servicios, museos gratuitos, enormes jardines y un pub, el Guns & Barrels que huele muy bien a comida.

 

Cuando por fin Aurora termina, me da un toque por teléfono. Justo en ese momento se abren las cataratas del cielo y cae una lluvia que me pone como una sopa.

 

La cena está incluida en las actividades del encuentro. Con horario inglés. Así que allá que vamos a cenar con un montón de gente de toda Europa.

 


Aurora ya los conoce un poco. 

Yo nada. 


Terminamos cenando en una especie de pub anexo al comedor y charlando con otros participantes en un ambiente muy agradable.


Luego, nos retiramos a descansar, pues el día ha sido largo.

 





5 de julio.


Aurora empieza pronto su jornada. 

Yo, ocioso, me programo una escapada a la ciudad. Cojo el tren y me voy al centro a curiosear. Paseo de acá para allá, buscando la Catedral y la Plaza Victoria.



La impresión que tengo es agradable -pese a los avisos de mi compañero del avión-


Resulta cómoda para moverse andando. 

Hay multitud de personas de todos los colores, formas y tamaños. 



Me cuelo en la Gallery (es gratuita) y paso un buen rato visitando la colección de pinturas de los prerrafaelitas y nabís que tienen.


Luego salgo a la plaza. Me compro un refresco y un rollo de pollo tandoori. Me lo como mientras parpadeo, miroteando al personal.


Resulta que hay un certamen nacional de jóvenes agrupaciones musicales, así que en la plaza en la que estoy se juntan coros, orquestas, chicos y chicas vestidos de uniformes multicolores, variopintos. 



Hay un excitante, divertido, ambiente preolímpico con unas pantallas gigantes instaladas en la plaza.



Escucho a las bandas tocar temas de películas en una gran carpa.

Un poco más tarde, vuelvo a coger el tren de regreso al campus.

 

Es sábado.


Desde bien temprano por la mañana el campus está lleno de familias orgullosas. Acompañan a sus hijos, a sus hijas recién graduados a celebrar la graduación como es tradición: con champagne y fresas.

Togados -como Harry Potter- y con sus familias se hacen fotos por todas partes. Hindúes y pakistaníes acompañan a sus hijas. Coreanos y coreanas se mueven de acá para allá, mezclados con estudiantes pelirrojos, negros y rubios. Es muy gracioso y encantador.

 

Espero a Aurora en un Starbucks. Luego paseamos por el lugar, haciendo fotos, respirando el ambiente hasta que se hace la hora de cenar.

 

Los organizadores del encuentro han preparado un ceilidh de confraternización y una barbacoa en los jardines de la residencia.

Para mi desgracia, después de la barbacoa, se me pone muy mal cuerpo -dichoso pollo tandoori-, así que me voy para la cama. Aurora se queda participando en el baile. Se lo pasó muy bien.

 

6 de julio



Esta mañana cabe la posibilidad de que Aurora pueda encontrar un tiempo libre en las actividades del encuentro. Me quedo en la casa. Aprovecho para seguir reponiéndome. Leo. Descanso mientras espero.

Pero pasan las horas y a final Aurora no logra conseguir un poco de tiempo libre.


Cuando por fin llega, visto que me encuentro mejor, vamos a comer con los participantes del encuentro. Por la tarde, está previsto un tour en un autobús panorámico y cena en un local de la ciudad.


El tour resulta ser una experiencia épica.


Valientes, nos ponemos en la parte superior del autobús -descubierta – Apenas nos ponemos en marcha, empieza a llover. Paraguas y chubasquero en ristre, no nos desanimamos. Seremos un grupo de diez o doce personas, empapados pero muertos de la risa.  



Sin embargo, cada vez llueve más y más. El autobús va de atasco en atasco, cada vez más despacio, mientras por momentos cae más y más agua.


Nos lleva por el centro, por el barrio de los joyeros, por el barrio chino, por los canales y los miles de centros comerciales.


Mientras, llueve y llueve. 
La gente nos mira, nos señala con el dedo y se ríe. 

De pronto, empieza a correr una botella de aguardiente -polaco, creo-  y nos reímos.


Los participantes en el programa están desatados, riendo, cantando, desafiando a la lluvia gris y al frío.


La experiencia resulta muy divertida.


Justo en el momento en que el autobús regresa a la Universidad -por supuesto – deja de llover y sale el sol.


Tenemos tiempo para cambiarnos de ropa y regresar a otro autobús que nos llevará al lugar en el que vamos a cenar: un antiguo almacén junto a un canal, redecorado, ambientado, cálido y agradable.


Cenamos bien. 


Un muchacho que en la calle nos pide change mientras maltrata a una pobre guitarra, resulta ser un gallego, nos cuenta, oriundo de Negreira que dice llevar seis años viajando así por Europa.


 

Poco después de las diez y media, la cena y la fiesta se acaban, regresamos al campus y a la residencia a dormir.

 

7 de julio

Birmingham -Alicante

 

Con las maletas en la recepción, refrescados y descansados, nos disponemos a hacer una breve excursión por la mañana.


Visitamos el estanque -lago- de Edgbaston paseando tranquilamente. También entramos al museo del edificio Barber Hall del campus con su remarcable colección de pintura. 



Visitamos la ciudad. Tenemos tiempo sobrado para un paseo por el centro de Birmingham, con parada en The Old Joint Stock, un espectacular pub en el edificio de un teatro; con Guinness, por supuesto y alguna cosilla para comer. 

 

Finalmente, recogemos las maletas, vamos al tren que nos lleva de vuelta al aeropuerto. El vuelo viene retrasado. 

Tras pasar los ridículos controles de seguridad -cuanto menos se diga sobre ellos, mejor -, pasamos el rato como podemos. Compramos regalos y todas esas cosas. 


Por fin, toca volar.


 

Llegamos a Alicante tarde (con la hora extra que recuperamos a la vuelta, claro). Decidimos quedarnos a pasar la noche en el Hotel Ibis que hay a la salida de la ciudad.

 

8 de julio

Alicante -Albacete.


Nos vamos a Albacete, planeando una escapada que vamos a hacer en Beteta (Cuenca).

Este viaje llega a su fin.


 

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